El Sevilla FC acostumbra a pelear puestos europeos año tras año desde comienzos de siglo XXI. Es la exigencia para una entidad tan grande, como dicta su palmarés. Si bien, atraviesa por una situación compleja en numerosos aspectos que impiden que el río vuelva a su cauce.
Son numerosos los aspectos que dificultan la estabilidad la entidad. El primero de ellos, la batalla accionarial. Dividida la afición en la búsqueda de una solución que impulse el bien común, el sevillismo llega a perder incluso la esperanza de cara al futuro. Por un lado hay descontento con la gestión del consejo de Administración actual que preside José María del Nido Carrasco. Enfrente, son pocas las voces que piden la llegada del principal opositor y padre, José María del Nido Benavente.
Las dudas en torno a la gestión son cristalizadas y giradas hacia la dirección deportiva. Lejos de acertar durante las ventanas de fichajes en las que ha intervenido Víctor Orta, existe poca autocrítica que enciende aún más a la masa nervionense.
Ahora, son numerosas las miradas que ponen el foco en García Pimienta. El técnico catalán presenta numerosos aspectos a mejorar en lo deportivo. La falta de ambición queda reflejada con la pronta eliminación en Copa del Rey. En LaLiga, el equipo está instalado en la zona media de la tabla. Una tierra de nadie que aleja la ilusión pero a la que muchos soñaban a comienzos de temporada cuando percibían el tinte que iba tomando la planificación.
Hoy por hoy, ante la falta de profundidad en una plantilla, que cuenta con un solo lateral izquierdo por poner un ejemplo, y que ha perdido el carácter que le llevó a la gloria por última vez tras la marcha de jugadores como Fernando, Ocampos o el propio Jesús Navas, García Pimienta mantiene al equipo por encima de sus posibilidades. Si se obra el milagro europeo, será el principal responsable de ello.
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